Eran los años 20, cuando un grupo de mallorquines de los que ahora llamamos “emprendedores”, tuvieron la idea de construir un coche en nuestra isla para satisfacer un mercado que iba emergiendo cada vez más. De hecho, el primer automóvil matriculado en España fue de matrícula mallorquina en el año 1900. Le llamaban el “carro de fuego” y lo trajo desde Marsella el industrial mallorquín Vicente Juan Ribas en el año 1897.
Pero a lo que íbamos. La Sociedad “LACY RIBAS Y Cª” fue constituida el 12 de Enero de 1920, por un capital de 50.000’-pesetas, que aportaron Rafael de Lacy Gual, Antonio Ribas Reus, Alberto Agustín Ouvrard y Dury y Fernando Alzamora Gomá. El objeto social de la Sociedad era: “dedicarse a la industria de transporte con fuerza motriz, a la reparación y transformación de toda clase de vehículos mecánicos, y construcción de algunos de sus componentes; a la fabricación de maquinaria agrícola…” y los talleres fueron instalados en lo que es hoy la Avenida de Gabriel Alomar i Villalonga (antes Avenida de Estanislao Figueras).
Allí se fabricaba el chasis y toda la mecánica con excepción de los motores que se importaban de Francia. El primer vehículo que salió de esos talleres fue el prototipo “LORYC-SARDINA” (que se denominaba así por el brillo de su carrocería que estaba fabricada de aluminio), en el mismo año que se constituyó la Sociedad.
Después se fabricó el modelo “TORPEDO” de dos plazas (primer “Loryc” matriculado –PM-507-) modelo que como podemos apreciar en el video que reproducimos, D.Juan Sard ha logrado restaurar perfectamente.
En el año 1921 se matricularon 8 unidades; en 1922, 22 y en los años siguientes: 25,12,15,20,4,3,2 hasta que en 1930 ya no se matriculó ninguno.
En Septiembre de 1922 (año de mayor auge en la fabricación), la Sociedad realizó una ampliación de capital transformándose en Sociedad Anónima. Se trasladaron los talleres al paseo Marítimo (a la altura de S’aigo Dolça) y el objeto principal de la nueva sociedad era la “fabricación de automóviles marca “LORYC”; la construcción y reparación de toda clase de motores o vehículos acuáticos, terrestres o aéreos, maquinaria y herramientas, materiales eléctricos y toda clase de instrumentos…”. El capital social fue de 751.000’-pesetas dividido en 751 acciones de 1.000’-ptas c/u, de las cuales fueron puestas en circulación 501, dejando un tercio del capital en la cartera de reserva. De los treinta socios que las adquirieron, solo 9, los accionistas mayoritarios, formaron el Consejo de Administración, además de Albert Ouvrard y Dury, por las circunstancias que concurrían en su persona como “alma mater” de la fabricación del coche
La promoción de la marca se hacía primordialmente participando en carreras automovilistas, carreras que, dicho sea de paso, el “Loryc” sobresalía casi siempre.
Pero como la fabricación de los coches se hacía de forma artesanal, pronto vinieron las pérdidas. Los gastos de producción eran demasiado elevados y cada coche dejaba un corto margen de beneficio. Por otro lado, la abundante oferta que ya existía en el mercado nacional hacía impensable invertir más capital para renovar los anticuados medios de fabricación.
A partir de 1925 comenzó el proceso de liquidación de la Sociedad. El Notario de Palma José Fernández del Busto autorizó la escritura de disolución y liquidación el 16 de enero de 1925. En 1927 se acordó la venta de los terrenos de S’Aigo Dolça y el Sr. Ouvrard abandonó la isla para pasar a residir en Francia.
Todo el material de fabricación se trasladó a los talleres de los accionistas “Darder Hermanos”. Allí se montaron las 29 últimas unidades. El último coche que se fabricó fue en 1929, un torpedo de dos plazas con un motor de 10 CV.
Aunque su producción acabó en 1929, los coches “LORYC” circularon por nuestras carreteras hasta bien entrados los años cuarenta. En la actualidad no quedan más de una docena de coches restaurados.
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