Ojeando las hemerotecas, nos
ha llamado la atención un artículo que publicó en el año 1975 el periodista y
escritor Luis Ripoll en el Diario de Mallorca, defendiendo el “veto” que tenían
las mujeres para ser socias del Círculo. Ripoll, miembro del Círculo como él
muy bien deja constancia, ofrece una serie de argumentos que ahora, después de
casi 40 años, nos hacen sonreír y a su vez nos dejan perplejos. ¿Será posible?. No hace falta decir que leyendo este artículo uno se
da cuenta de cómo respiraba el autor de tantos libros que tenemos en casa,
sobre todo de cocina. Vaya vaya…
El artículo se titula "El
Circulo y las mujeres".
“El Año internacional de la
mujer está dando –y gracias sean dadas a Dios- las últimas boqueadas. Porque no
creo que en ningún año se hayan dicho tantas necedades acerca de nuestras
esposas, hermanas, hijas, amigas o conocidas, que en el presente.
Algunas féminas se han desahogado de viejos complejos, otras más
listas, han pensado que bien estaban así y, naturalmente , que lo están. Un
ejemplo de ello, es que les está prohibido ser socios (no “socias” que eso es
una cosa fea) del “Circulo Mallorquín”.
Decir, como aseguraba en
grandes titulares un periódico de la localidad el otro día, que las mujeres mallorquinas estaban
discriminadas porque no podían engrosar las listas de la “primera sociedad
mallorquina”, es algo así como una “bajanada”. Si el círculo las admitiera,
dejaría de ser, por un lado círculo y, por otro, lugar de escapatoria de
fieles esposos. Me explicaré: Un círculo, (definían los Elementos de Geometría
de Paluzie), es el espacio de un plano limitado por una circunferencia, y una
circunferencia, una línea curva, cerrada y plana cuyos puntos equidistan de
otro interior llamado centro. Si el “Circulo
Mallorquín” admitiera señoras en sus tertulias, en sus salones y rodeando el
tapete verde, grande, cuando funciona, dejaría de ser círculo, es decir, lugar
cerrado, y tampoco sus puntos –los que juegan y los que solo van a la
biblioteca o a la tertulia- dejarían de equidistar de otro interior que en
nuestro caso es el presidente, hoy mi respetado y querido amigo el Conde de
Olocau.
¿Cómo quieren los ultra
feministas, como el periodista del diario aludido, que hombres y también
mujeres sin distinción de clase y condición y estado social, guapas o feas,
modosas o descocadas, equidisten del señor Conde?. Valiente y absurdo expuesto.
Por otra parte, el “Círculo”
ha sido siempre una especie de vedado; en los vedados no se deja entrar a todo
quisque ¿porqué pues, lo ha de hacer nuestra “primera sociedad cultural y
recreativa"?.
Porque no se deje entrar en
ella, hasta el momento, a las señoras, no se pueden considerar, ni aún las más
ultras, discriminadas. Allí se va, precisamente para huir en muchos casos de
ellas; huir púdica y angélicamente. El que el marido esté en el “Círculo” a
cualquier señora de su casa, le dan una gran confianza, una suma tranquilidad.
Sabe que no se encontrará su esposo, ni con asomo de contrincante. ¿Sucedería
lo mismo si los Estatutos de la noble Casa se modificaran en el sentido de su
admisión?.
En fin: El “Círculo”, ya lo
hemos dicho, ha de ser cerrado y limitado por una circunferencia. Algo así como el territorio de nuestro
Sáhara, que si no está fronterizado por círculos lo está por paralelos y líneas
rectas, porque, claro, no es lo mismo un desierto que una manzana con un pie en
la cuesta de Santo Domingo (o del Conquistador) y otra en los Pórticos, por
otro nombre calle del General Goded.
Un círculo, insisto, ha de
tener por límites una circunferencia, y esa con sus puntos bien disciplinados,
adormilados, un tanto aburridos, más bien viejos que jóvenes, algunos
charladores, otros discutidores y arregladores de España, de sus asociaciones
políticas y demás problemas, otros, en fin, usuarios de la peluquería, del
billar o de la biblioteca. Y todos, en
fin, en situación voluntaria de vacaciones más o menos periódicas, diarias y
con espacios muy variables, de mujer o mujeres, haciendo la natural y beneficiosa
cura del “desengrase”. Y, eso sí, equistantes siempre del Presidente.
Lugares para estar en
amables compañías femeninas, o de simple charla con señoritas de la localidad o
extranjeras, no me dirán ustedes que falten en Palma. Los hay en todas las
esquinas e incluso se han habilitado recientemente – y de noche- los pretiles y
barbacanas de la muralla del mar. Puedes estar con ellas en casa y fuera de
casa. En la ventanilla de un banco y en la oficina de una sociedad anónima
dedicada a la venta de abonos fosfatados. En fin, en cualquier parte, con
iluminación de arañas ochocentistas, con poca luz, o sin luz de ninguna clase.
Por eso, pienso yo –y seguramente otros varones mucho más doctos que el que
firma- que es necesario un aliviadero, un sitio “sin”, un coto donde los pobre
conejos no encuentren a sus conejas. Y ese es, en la ciudad, el veterano y
nunca suficientemente ponderado “Círculo Mallorquín”, al que me honro, desde
hace muchos años, en pertenecer. Y al que voy solamente, muy de tarde en tarde.
Yo no soy hombre de vedados”.
Pues mi padre debía ser socio, pues en el año 1962 y 63 asistí a algunas fiestas, una fue d disfraces, y en el 1964 me casé y allí, en sus bonitos salones, hice mi banquete d bodas, al q como es lógico, asistieron infinidad d mujeres.
ResponderEliminarNo les estaba prohibida la entrada, sino ser socias. Si un hombre la traía, la mujer podía entrar. Lo que no sé es si era necesario o no algún requisito previo de comunicación al resto de socios.
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