Hace casi dos años escribimos un post sobre “El mundo que estamos cambiando” (CLICAR.). Dos años después, nos damos cuenta que aunque cuesta enormemente mover al poder establecido, el cambio cada vez está más cerca por el hartazgo social que ya no aguanta mas la podredumbre del actual sistema.
Y es que estamos hartos de ver como la clase política en nuestro país está cada vez más corrompida;
como el sistema financiero está ahogando a los ciudadanos hasta llevarnos al suicidio;
como las empresas en nuestro país están despidiendo cada vez a más gente creando situaciones familiares dramáticas;
como la sanidad pública española, de las más prestigiosas del mundo, está siendo desmantelada hasta límites alarmantes con la excusa de tener que enjugar su enorme déficit privatizándola;
como la escolarización en nuestro país cada vez es más caótica llevando a uno de cada cuatro de nuestros hijos a abandonar los estudios;
como están robando los bancos los ahorros de millones de personas con la complacencia de la clase política;
como la escolarización en nuestro país cada vez es más caótica llevando a uno de cada cuatro de nuestros hijos a abandonar los estudios;
como están robando los bancos los ahorros de millones de personas con la complacencia de la clase política;
como deprecian las pensiones engañando a los pensionistas como si fueran tontos;
cómo intentan acabar con nuestro patrimonio cultural regional;
como nos están mintiendo una y otra vez …
y podríamos continuar con esta retahíla hasta mañana.
cómo intentan acabar con nuestro patrimonio cultural regional;
como nos están mintiendo una y otra vez …
y podríamos continuar con esta retahíla hasta mañana.
No hemos de esperar que los que actualmente están en el poder quieran cambiar esta situación por la cuenta que les trae. Tendrá que ser el movimiento de las bases lo que les obligue a hacerlo. El actual sistema permite el solapamiento de administraciones facilitando que miles de políticos puedan emplear el dinero público para hacer y deshacer a su antojo colocando a familiares y amigos a dedo como “asesores” en la administración pública.
Están ahí porque el sistema electoral que rige en la actualidad permite que las listas de los partidos políticos se llenen de recomendados, enchufados, ineptos y vividores. Nos obligan a votar listas de partidos políticos con nombres de personas que no conocemos, que no sabemos quiénes son. Luego tenemos que aguantarlos cuatro años viéndolos sentados en la poltrona del Congreso mofándose de los ciudadanos y engañándonos pasándose por el forro los programas electorales que todos confiábamos iban a aplicar. El famoso “que se jodan” lanzado por una diputada “vividora” del actual sistema político, inútil e incompetente como muchos otros, que jamás ha trabajado en su vida y que vive de estar sentada en su sillón del Congreso desde que su papá la metió en política, es la prueba de ello.
El sistema electoral tiene que ser modificado para que sean los ciudadanos los que elijan a sus propios representantes. Un modelo de Estado nuevo adaptado a lo que la actualidad demanda es prioritario y absolutamente necesario en nuestro país. El sistema actual ya ha tocado fondo con los escándalos de los partidos políticos que han saltado a la palestra. Esto, unido al deterioro del prestigio cada vez más notorio de la máxima jerarquía de nuestro Estado, exige un cambio radical ¡YA!. Nadie duda que este sistema funcionó en los años de la transición, pero ahora ya ha quedado caduco, ha tocado fondo y es nido de corruptos e incompetentes.
Si el propio Benedicto XVI ha dado un ejemplo de honestidad y humanismo al renunciar al enorme poder del papado por los problemas de corrupción e incluso otros más graves que están asolando a la Iglesia Católica ¿por qué esta gentuza no ha de hacerlo?.
El sistema electoral tiene que ser modificado para que sean los ciudadanos los que elijan a sus propios representantes. Un modelo de Estado nuevo adaptado a lo que la actualidad demanda es prioritario y absolutamente necesario en nuestro país. El sistema actual ya ha tocado fondo con los escándalos de los partidos políticos que han saltado a la palestra. Esto, unido al deterioro del prestigio cada vez más notorio de la máxima jerarquía de nuestro Estado, exige un cambio radical ¡YA!. Nadie duda que este sistema funcionó en los años de la transición, pero ahora ya ha quedado caduco, ha tocado fondo y es nido de corruptos e incompetentes.
Si el propio Benedicto XVI ha dado un ejemplo de honestidad y humanismo al renunciar al enorme poder del papado por los problemas de corrupción e incluso otros más graves que están asolando a la Iglesia Católica ¿por qué esta gentuza no ha de hacerlo?.
La historia nos dice que es el pueblo el que rige al final su propio destino. Veremos pues.
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