Ante la proliferación de modelitos que uno va viendo por la calle de perros con abrigos, hemos querido indagar un poco para saber si es necesario ponerles estas prendas que usamos los humanos para sacarlos a pasear cuando hace frío.
En nuestra búsqueda hemos encontrado una infinidad de artículos que están tanto a favor como en contra. Los que están a favor son siempre páginas especializadas en venta de artículos para mascotas, que aseguran que los animales sienten el frío como los humanos y que por esto se les ha de tapar los días de invierno cuando se les saca a la calle, porque los perros se resfrían y…
Sin embargo, las páginas que hemos consultado de veterinaria difieren mucho de estas prácticas. Pero conviene matizar algunos aspectos.
Antes que nada hemos de tener en cuenta que los animales son capaces de regular su temperatura corporal a través de mecanismos fisiológicos que producen calor a través de los alimentos que consumen, produciendo a nivel de la piel una menor circulación sanguínea que junto con el pelo del animal, que actúa como aislante térmico -según veremos a continuación-, evitan la pérdida de calor y le aísla del exterior. Es su propio cuerpo el que genera calor. Por ello buscan refugio en rincones, cajas, cestos, donde puedan conservar su calor corporal acurrucándose para reducir la superficie expuesta al frío, bien adoptando una posición de bola o arrimándose a sus congéneres. Naturalmente si les preparamos un rincón con alguna manta, papel, cartón, etc. esto les ayuda y lo saben apreciar. Pero estamos hablando de las camitas de los perros, de sus hábitats, no de cuando han de salir a pasear.
El veterinario Sr. Rubén E. Mentzel, mantiene que “el perro tiene una temperatura media de 38,5º C y su pelo para luchar contra el frío dispone de un pelaje protector consistente en una capa de pelo corto, fino y algodonoso (borla), que es la que le protege del frío y un manto más largo encima que evita que entre la lluvia y la nieve. La eficacia del pelaje se intensifica con la contracción de los músculos que se encuentran en la base de los pelos y los enderezan. De esta manera la capa de aire retenida en el pelo es más gruesa y aísla más”. Son los mismos músculos que a nosotros los humanos nos ponen la “piel de gallina”.
Por otra parte -continúa el Dr. Mentzel-, “otro mecanismo que utilizan los perros al igual que los humanos para evitar perder el calor corporal, es la constricción de los vasos sanguíneos de las regiones periféricas del cuerpo, como las patas, las orejas y la piel. Así, la sangre no pierde calor al pasar por zonas muy cercanas a la superficie. Si con esto no es suficiente el perro recurre a un mecanismo de emergencia: tiritar, es decir, sufre temblores que son movimientos rápidos de los músculos que generan calor”.
Todos los artículos de expertos que hemos consultado, coinciden en la inutilidad de ponerles prendas de abrigo a los animales. “Ponerle un abriguito al perro no promueve el equilibrio de temperatura al perro” dice Miguel Gayá (etólogo y coordinador del grupo de Terapia Asistida por Perros del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid), “el perro es feliz cuando se le trata como a un perro, y está bien como está”, añade.
El perro no necesita de abrigos, bufandas ni tampoco impermeables, porque su pelo está también preparado para la lluvia: “las glándulas sebáceas que tienen en la piel evitan que se desequilibre su ph al mojarse. Otro tema es que a uno le moleste el olor que desprende el perro cuando está mojado. Pero vamos, ahí estamos atendiendo nuestras propias necesidades, no las suyas”, dice el etólogo Miguel Gayá.
Vestir al perro se ha convertido en una moda promovida por las empresas que las fabrican, que han abierto un nuevo mercado de diseño que mueve interesantes sumas de dinero, porque hay mucha gente que lo gasta y alguien que lo gana.
Lógicamente hemos de ser conscientes que la incidencia del frio dependerá mucho de las razas. Los medianos y grandes aguantan bien las temperaturas de uno o dos bajo cero y aunque no es lo mismo un Husky siberiano que un Pincher, o los perros de caza, que en la mayoría de los casos están acostumbrados al campo, todos tienen sus propias defensas para vencer el frío. Naturalmente las razas como el Chihuahua, el Wippet, el Galgo italiano o el español, el Yorkshire o los Malteses, son perros que no aguantan el frío y lo que se ha de hacer es evitar sacarlos fuera cuando las inclemencias del tiempo son extremas. El sacarlos creyendo que con un abriguito ya no tendrá frio, no les servirá de nada y les hará sufrir mucho más. Pasa lo mismo con los bulldogs en verano que no se les puede sacar a pasear a pleno Sol. Pues eso.
Si a alguno de estos perritos lo sacas fuera con abriguito, gorrito y bufanda y lo dejas en la entrada de casa con la puerta abierta, volverá de nuevo a su hábitat y no querrá salir. Y es que a los perros no les gusta nada que les pongan prendas de abrigo, de hecho hay algunos que no las soportan y se las quitan a mordiscos.
Es cierto que las mascotas de interior pierden algo de pelo con las calefacciones, pero esto no significa que deban estar abrigadas, al contrario “si se les abriga en casa pierden sus defensas”, hemos leído.
También es cierto que los perros acusan mucho los cambios bruscos de temperatura, por esto si los hemos de sacar fuera y los tenemos en casa con calefacción, bastará sacarlos a una zona en la que haya una temperatura intermedia entre la casa y la calle para que se aclimaten.
En definitiva, los abrigos, chubasqueros, gorritos, bufandas y demás prendas humanas que algunos les ponen a los perros, no les hacen ser más felices, sino todo lo contrario.
Y terminaremos siendo conscientes que lo escrito no habrá servido para nada, porque continuaremos viendo perritos luciendo modelitos por las calles aún sabiendo lo que deben pensar ellos de sus amos.
Al perro hay que tratarlo como tal, no como si fuera un niño, y lo que sí habremos de tener en cuenta es que en su hábitat no tengan humedad y que cuando estén tumbados lo hagan sobre una superficie aislante que les proteja de la misma.
Y terminaremos siendo conscientes que lo escrito no habrá servido para nada, porque continuaremos viendo perritos luciendo modelitos por las calles aún sabiendo lo que deben pensar ellos de sus amos.
Mientras haya gente que aplauda estos disfraces perrunos que pueden llegar a ser hasta crueles, no hay remedio.
¡Pobres perros!.
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