Estos bichos que con su canto nos dejan sordos durante el verano, no suelen medir más de tres centímetros. Difíciles de ver por su color grisáceo y grandes alas transparentes, sí se hacen notar ¡y de qué forma!.
Es durante el verano, en los día de mucho calor, cuando los machos hacen funcionar su órgano productor del sonido, que se halla a cada lado en la base del abdomen y que consta de unas membranas llamadas timbales y de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia, para atraer a las hembras y realizar el apareamiento estival que dará vida a su ciclo reproductivo. Es pues el sonido estridente que escuchamos exclusivo únicamente de los machos. En realidad, este sonido que a los humanos nos parece siempre igual, no lo es, pues tiene infinidad de variantes y lo emplean tanto para atraer a las hembras como para expresar alarma y ahuyentar enemigos, siendo percibido por sus congéneres a través de los órganos auditivos ubicados en el tórax y constituidos por tímpanos que se hallan más desarrollados en las hembras.
Las cigarras se alimentan del xilema de las plantas que hacen suyo a través de unos estiletes que se hallan enrollados en la cabeza del animal, donde tienen una zona hinchada por donde sale un pico largo que es el encargado de conducir a los estiletes para atravesar los tejidos leñosos del árbol, que generalmente son pinos, viñedos, alcornocales, olivos y en casi cualquier terreno templado de bosques o parques de las ciudades incluso.
Sus huevos los ubican en las grietas de los troncos y cuando salen los individuos al exterior caen al suelo y se entierran utilizando sus patas anteriores que tienen más desarrolladas para escarbar en la tierra.
El desarrollo juvenil subterráneo puede llevar de uno a varios años y consta de cinco mudas, es decir, 5 estadios ninfales o juveniles. Las ninfas, a diferencia de los adultos, viven enterradas alimentándose de las raíces utilizando sus estiletes. Cuando el calor comienza a apretar (que suele ser a finales de Junio) y la ninfa ha cumplido su quinto estadio, deja el suelo y busca un lugar protegido, que generalmente suele ser un tronco, para mudar y dar salida al adulto. Es frecuente ver estas mudas vacías prendidas de los troncos de los árboles.
Los adultos van emergiendo con cuidado extendiendo lentamente sus alas esperando que estén dispuestas para realizar su primer vuelo y comenzar de nuevo un ciclo de vida.
En realidad tienen 4 alas, las dos más pequeñas son las posteriores que se hallan protegidas por las otras dos más grandes cuando la cigarra no está volando. Las alas anteriores son grandes, membranosas y transparentes y suelen brillar cuando les da el sol. Con sus vuelos pueden ir de árbol en árbol jugando a esquivar las hojas, pero una vez posadas en el tronco con sus seis patas, sus movimientos son extremadamente lentos. Desde el interior de la copa de los árboles observan con sus tres ocelos (que son ojos simples) y dos antenas, lo que sucede a su alrededor.
Su ciclo de adulto dura poco, pues cuando el calor comienza a desaparecer, lo hacen también ellas.
Las cigarras no forman plagas destructivas ya que los árboles no sufren, por lo general, grandes daños por su ciclo de vida.
Desde épocas antiguas estos animales han causado asombro por considerarles un poderoso símbolo de renacimiento como, por ejemplo, la cultura china.
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