sábado, 8 de octubre de 2011

VISITA AL CENTRO OCEANOGRÁFICO DE BALEARES, TORRE DE SEÑALES Y FARO DE PORTOPI, PASANDO POR LA TORRE DE PELAIRES.


El pasado jueves,  6 de octubre de 2011, iniciamos nuestra temporada de excursiones y actividades culturales con una visita al Centro Oceanográfico de Baleares y al faro/museo de Portopí.

EL COB.

El Centro Oceanográfico de Baleares se halla situado al final del paseo marítimo, en el Muelle de Poniente, junto al Club de Mar. El edificio, de dos alturas, fue inaugurado en 1973 y está declarado BIC.


Allí nos ha recibido Ana Morillas Kieffer, bióloga del Centro y colaboradora I+D+I, quien nos ha atendido de maravillas y nos ha explicado con todo tipo de detalles las labores que realiza el COB.

Nada más entrar en el edificio, te sorprende su enorme hall, que tiene en el centro una gran fuente con un estanque, junto al cual se hallan expuestos diversos equipos científicos-técnicos, 5 de ellos de nueva generación, que usa el Centro constantemente en las campañas de investigaciones oceanográficas. Llama también mucho la atención, la exposición-museo que se halla a la derecha entrando y la biblioteca centenaria que contiene libros de incalculable valor histórico. Alrededor del hall, existen unos paneles informativos de los múltiples trabajos que ha realizado ese Centro desde 1906, cuando se creó.  
Es de destacar, un enorme tríptico que ha sido pintado por el investigador del Centro  Xavier Jansá Clar, que reproduce, con todo detalle, el fondo marino de las Baleares con sus distintas especies, su biodiversidad… Una verdadera obra de arte.

Ana Morillas nos ha enseñado un interesante video (el que sigue a continuación que hemos copiado de la Web del Centro, a la que recomendamos visitar por lo interesante de su contenido: www.ba.ieo.es ), que cuenta las labores de las casi 70 personas que trabajan allí, entre investigadores, técnicos, administrativos, estudiantes y becarios, cuya principal misión es el estudio multi-disciplinar del medio ambiente marino, sus ecosistemas y recursos vivos.

Después de casi hora y media de estar escuchando a Ana y de contestarnos a las preguntas sobre diversos puntos concretos que iban surgiendo y aclarándonos las dudas que algunos teníamos con exquisita amabilidad y profesionalidad, nos  hemos despedido de ella para acudir al Faro de Portopí,  donde también teníamos organizada una visita guiada.

Ha sido un placer esta visita por lo interesante y amena que ha sido. Comentábamos con Ana que la mayoría de palmesanos no conocen, por regla general, los múltiples trabajos de investigación que realiza el COB. Y es una verdadera lástima.

Después de la visita, la curiosidad que siempre nos invade nos ha hecho indagar un poco sobre la historia de ese Centro.

El laboratorio Biológico-Marino de Baleares se creó en 1906, por Decreto del Ministerio de Instrucción Pública y se inauguró el 2 de mayo de 1908. Su primera sede se situó en la ensenada de Portopí, en la bahía de Palma, y su fundador  y primer director fue el profesor y catedrático de zoología de la Universidad de Barcelona Odón de Buey  y  del Cos (1908-1914).
La sede, desde un principio,  estaba dotada de un moderno equipamiento de laboratorio y fotografía, acuarios y una biblioteca que recibía las principales revistas  especializadas de la época. También disponía de dos embarcaciones, una de vela, el “Lacaze-Duthiers” y otra motorizada “El Bolívar”. Ambas  embarcaciones estaban dotadas de instrumentos especiales para recogida de muestras. Con ellos se realizaron las primeras campañas de investigación en las aguas litorales de las Islas Baleares.
Durante las primeras décadas del siglo XX, varios científicos de prestigio realizaron estancias en nuestra isla trabajando en el laboratorio en la investigación marina, aportando  sus conocimientos y dejando una muy importante experiencia. Un ejemplo es Santiago Ramón y Cajal que trabajó en el mismo en 1910. 
En 1914, junto con los laboratorios de Santander y Málaga, el laboratorio marino pasó a formar parte del Instituto Español de Oceanografía (IEO).

En 1926 la sede, siendo su director Francisco de Paula navarro, se trasladó a S’Aigo Dolça. A partir de entonces se iniciaron tres líneas de investigación que son las que perduran aún hasta la fecha pero ampliadas en su cometido: El estudio de biología de las principales especies explotadas con valor comercial; el estudio de oceanografía física en la bahía de Palma y la catalogación y estudios cuantitativos de las comunidades planctónicas de la bahía de Palma. Estas investigaciones se llevaron a cabo en el litoral balear entre los años 40 y 70,  a través de los llaüts “Gavina” y “Gavina II”, de 10 metros de eslora cada uno.

En 1973, las instalaciones del Laboratorio se trasladaron al edificio actual y es en esta época cuando se abre un periodo de estrecha colaboración con el sector pesquero de las Islas proporcionando información científica muy relevante para su desarrollo, como la bionomía de los fondos y prospección de caladeros abriéndose nuevas vías de investigación, a  través de la sedimentología y la micropaleontología.  Durante ese periodo, el Laboratorio dispuso del barco oceanográfico “Jafuda Cresques”, de 19 metros de eslora y “El Pescador”, de 24 metros, el cual pasó a denominarse en 1979 “Odón de Buen”. La flota del Centro se compone también de pequeños barcos de apoyo, equipados con modernos sistemas para la investigación marina, que permiten la toma de muestras y datos del mar. Si los estudios lo precisan, los grupos de investigación tienen acceso a otros buques de mayor porte del Instituto Español de Oceanografía, como el B.O. Francisco de Paula Navarro, el Cornide de Saavedra ,el  Sarmiento de Gamboa y el Ramón Margalef, este último de 46 metros de eslora, entre otros, que son una herramienta esencial para el desarrollo de una investigación de excelencia en ciencia y tecnología marinas.
Durante la década de los 80, el laboratorio, al igual que los otros laboratorios costeros  del Instituto Español de Oceanografía (Organismo público de investigación que depende del Ministerio de Ciencia e Innovación y cuya labor está dirigida exclusivamente a la investigación marina), pasó a denominarse “Centro Oceanográfico”, participando en la importante revitalización que sufrió el IEO en esta época.
Una de las investigaciones que está realizando actualmente el COB, es la exploración del canal que separa las isla de Mallorca y Menorca con el fin de complementar y estudiar la información obtenida en campañas anteriores sobre su biodiversidad, ya que el canal de Menorca es  una de las diez candidatas españolas a convertirse en nuevas Áreas Marinas Protegidas de la Red Natura 2000.

LA TORRE DE PELAIRES.

Para dirigirnos al faro de Portopí  desde el Centro Oceanográfico de Baleares, teníamos que pasar por delante de la Torre de Pelaires (Paraires), fiel  testigo de nuestra historia, a la que todos conocemos desde niños y que hemos ido viendo con cierta preocupación durante el transcurso de los años, como poco a poco la modernidad la iba encorsetando cada vez más entre el Paseo marítimo y nuevas edificaciones. Pero ahí continúa, sola y desafiante a todos los riesgos, para que los palmesanos podamos recordar cuál fue su cometido en una época en la que el muelle de Portopí,  fue uno de los más importantes de esta zona del Mediterráneo. 
Nos cuentan las crónicas de la historia, que la voluntad de dar una mayor seguridad a la navegación marítima amiga que se acercaba a nuestras costas, propició que se construyeran en tiempos medievales (por lo visto no se sabe exactamente el origen de su construcción) varias torres para orientar, ayudar y al mismo tiempo defender a los barcos que arribaban al puerto más importante de Mallorca, Portopí.  Las Torres que aún quedan, la de Pelaires y la de Señales (o de la cadena), eran las que se encontraban justo en la bocana a ambos lado del puerto.

La Torre de Pelaires, denominada también “Sarrahinesca” y Torre “D’en Carroc” (nombre de un caballero que acompañó al Rey Jaime I en la conquista de Mallorca y al que luego perteneció la torre) es gemela  de  la torre de “Senyals” que hay en la otra parte de la entrada a  Portopí.  Las piedras de sus robustos muros, pulidas y desgastadas,  nos indican que en la antigüedad las mismas debían estar expuestas a las caricias de las olas. Las imágenes que hemos cogido  prestadas del blog “Fotos antiguas de Mallorca” de nuestro buen amigo Lorenzo Miró, corroboran lo dicho.

En documentos hallados que datan de 1380, se menciona que una gran cadena de madera, que tenía adosados unos pesos para que cuando se aflojase se sumergiera para que pudieran pasar los barcos por encima de ella y que estaba  sujeta a la Torre de Pelaires  y a la de Senyals,  cerraba de noche el antiguo puerto de Palma a fin de que no pudiera entrar ni salir ningún barco. De ahí  que también se conociera popularmente a la Torre de Portopí con el nombre de la “Torre de sa cadena”. Un “Privilegio” de esa fecha señala también que la cadena se debía conservar en buen estado a expensas del patrimonio real.
Durante los siglos posteriores, se sabe que las torres tuvieron que ser restauradas en varias ocasiones en los siglos XIV, XV, XVI y posteriores  (incluso se creó un impuesto el “molatge” con el único objeto de sufragar el sostenimiento del  muelle y las torres).

La Torre de Pelaires está protegida como monumento nacional desde 1876.

Pero como hoy íbamos a visitar a su hermana gemela, no hemos hecho nada más que pasar por delante de ella, eso sí, mirándola más detenidamente de lo que habitualmente hacemos, pensando en la importancia que han tenido estas dos torres en nuestra historia.


LA TORRE DE “SENYALS”, O DE PORTOPÍ Y FARO.


Y como meta a nuestra ruta cultural del día de hoy, hemos terminado visitando la Torre de Senyals, o Faro de Portopí, como también se la denomina.

Nos estaba esperando Javier Pérez de Arévalo, experto farero (o torrero como antiguamente se les llamaba) y encargado del mismo, que nos ha encandilado explicándonos, no sólo la historia del faro de Portopí, sino de la evolución que han ido teniendo los faros a lo largo de los siglos. Cómo vivían en la antigüedad los fareros y sus familias. Los enormes problemas de supervivencia que tenían.
Los problemas de convivencia con las otras familias que residían en los faros… Y lo ha hecho dándonos a conocer las piezas de incalculable valor histórico que se hallan depositadas en el museo del propio faro (primer museo de la nación en esta especialidad, que contiene piezas únicas por su antigüedad, dignas de perdurar en el futuro en razón de los valiosos servicios prestados al navegante). ¡Fantástico!.

Por lo visto, el nombre de la torre de “Senyals”, le viene de los diferentes sistemas que se han instalado a lo largo de los siglos para avisar a la ciudad de la llegada de los barcos.

En cuanto al faro, las primeras noticias que se conocen referente al funcionamiento de esa luz costera, datan del 1300 (codicilo del testamento del Rey Jaime II, donde el monarca encomienda a sus sucesores el mantenimiento y conservación de la Turris Faraone). Esta luz, estaba situada en una pequeña torre blanca cilíndrica emplazada en la zona donde trescientos años después se edificaría el Castillo de San Carlos.


Precisamente la instalación de esta base militar en las cercanías del faro, devendría rápidamente en una fuente de problemas para el mantenimiento de la luz, puesto que con las detonaciones producidas al disparar los cañones del castillo se rompían los cristales de la linterna y como consecuencia se apagaban las lamparillas que constituían la luz del faro.

Por todo esto se decidió trasladar esa luz a otro lugar, considerando como el más adecuado la cercana Torre de Señales, denominada así porque ya en aquel tiempo se colgaban de los mástiles horizontales, o botalones, unas bolas de madera alquitranadas con las que indicar la llegada y procedencia (levante o poniente) de los buques que buscaban el refugio del puerto. Más adelante se instalaron unas pantallas de tela y desde 1820 se emplea un código de banderas que reformado en 1869… sigue estando vigente.

En realidad se sabe, gracias al cuadro Sant Jordi de Pere Niçart conservado en el Museo Diocesano de Palma, que la Torre de Señales hacía honor a su nombre ya en el siglo XV.

Para que el nuevo emplazamiento de la luz costera fuera efectivo, en 1613 se comenzó el recrecimiento de la torre, dando como resultado un tercer cuerpo diferenciable del resto por su planta octogonal. Pero debido a una serie de preocupaciones tácticas provenientes de los militares, relativas al posible franqueamiento del castillo en caso de una excesiva altura de la Torre de Señales y toma de la misma por el enemigo, se paralizaron las obras y se pospuso el traslado de la luz hasta 1617, una vez calculada su altura real

y eliminados sus temores. Desde ese momento esta torre cobró una doble funcionalidad, convirtiéndose también en un faro: el de Portopí.

Este faro, fue el segundo en España que empleó el sistema giratorio (el primero fue Cádiz). Se instaló en 1807 y fue obra de Matías Edel.
Los faros, funcionaron en un principio con carbón y leña. Luego se introdujo el aceite de oliva (curiosa la explicación que nos ha dado Javier sobre la vida de los fareros en esa época). En Agosto de 1859 se incorporó la parafina de Escocia como fuente de energía. Después, a partir de 1901, el petróleo. Posteriormente el gasógeno (cuyas calderas se fabricaban en Palma y se llegaron a exportar para emplearlas en todos los faros de la península) y posteriormente la energía eléctrica. Muy curioso el sistema de mercurio para hacer rodar las enormes ópticas con sus contrapesos y también el sistema de energía solar que ya se empleó en la antigüedad y en cuyo museo se conserva una pieza única en el mundo.

En la actualidad, el faro de Portopí  es, tras  la Torre de Hércules y La Linterna de Génova, el tercero más antiguo del mundo de los que hoy permanecen en funcionamiento. También es el único de España en que la óptica está formada por superficies catóptricas metálicas reflectoras al antiguo uso, que giran en dos grupos alrededor de una lámpara eléctrica de 1.000 W.

El museo que alberga la antigua vivienda del farero de Portopí,  se creó en la década de los ochenta cuando en vista de la importante transformación sufrida por la señalización marítima de las Islas Baleares, y previendo unos cambios todavía más significativos a corto plazo, el entonces Director del Puerto de Palma Rafael Soler Gayá (cuántos relojes de Sol, creados por él,  tenemos en nuestra ciudad, verdaderas obras de arte, que apenas son conocidos y menos apreciados por los ciudadanos), tomó la iniciativa de rescatar y conservar todas aquellas piezas que habían sido retiradas del servicio de alumbrado de las costas.


 Tras la restauración de algunas piezas por parte de los técnicos mecánicos de señales marítimas, la Autoridad Portuaria de Baleares decidió colocarlas y distribuirlas entre diversas estancias vacías del faro de Portopí.


Con la creación en 1992 del Ente Público Puertos del Estado y las Autoridades Portuarias a él adscritas, se generó un nuevo impulso con fines principalmente socioculturales, de cara a la reutilización en los faros de las antiguas viviendas de los técnicos.




Este propósito quedó recogido en la posterior Ley 48 / 2003 de régimen económico y de prestación de servicios de los puertos de interés general.


Es por ello que en el año 1998, y tras la jubilación del técnico encargado del faro de Portopí, se procedió a incorporar para la entonces incipiente exposición el espacio que había conformado la vivienda de dicho técnico, pudiéndose ampliar así el material expuesto.


Interesantísima jornada.


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Ante esa maldita crisis que los jubilados padecemos como el que más, y más, ante la indignación, rabia y repugnancia que nos produce observar que por unos irresponsables y por otros aprovechados se está poniendo en peligro todo el estado de bienestar que hemos contribuido a crear con el trabajo, esfuerzo y no pocos sacrificios de toda una vida, solo nos queda protestar. Protestar por lo injusta de la actual situación social, expresando nuestra total disconformidad con lo que está sucediendo… y también caminar, ver y  observar. Poco más podemos hacer. Pero lo que podamos hacer lo haremos.

Confiando que los descerebrados que nos han llevado a esta crisis sean los que nos saquen de ella, y no, encima, los ciudadanos que la estamos padeciendo, ¡HASTA LA PRÓXIMA!, (si los que pueden, se dignan permitírnoslo).  




1 comentario:

  1. Buena excursión y fotos. Casí como que a la próxima me apunto jejeje

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