Foto:Pau Cabot |
En Artá (lugar donde, junto a Capdepera, aún permanecen algunos artesanos de la palma) el arte de trabajar la palma se denomina popularmente como hacer LLatra (Llata en Capdepera) y consiste en el trenzado de hojas secas de un tipo de palmera autóctona de las Islas, el garballó, que se comienza a recoger dentro de los quince primeros días de julio.
La artesanía de la Llatra es milenaria, mucho más antigua que la cerámica, de la cual se han encontrado restos que abarcan de la era talaiòtica.
La constante en la vida rural de nuestros antepasados, ha sido siempre el aprovechamiento de todos los recursos que le ofrecía la naturaleza, siendo capaces de encontrar utilidad a todo lo que la montaña les brindaba. El payés, familiarizado con las plantas que crecían en su entorno, conocía sus ciclos y sabía aprovecharlas.
El Garballó (Chamaerops humilis) es la única palmera autóctona de Europa, endémica del Mediterráneo Occidental. Crece en suelos calcáreos y dolomíticos, preferentemente en terrenos soleados y áridos que pueden ser rocosos o arenosos, concentrándose en Mallorca principalmente en el Norte y en el Oeste de la isla.
Mide unos dos metros de altura, su tronco es cónico de aspecto fibroso y sus hojas verdes son palmadas en forma de abanico. Florece de marzo a mayo y su fruto, que tiene un color verde rojizo, es comestible y germina en septiembre. Es una especie protegida.
¿Cuál es el proceso para trabajar la palma?.
La primera quincena de julio empezaba la recolecta de las palmas y a cada garballó se le podían arrancar cuatro o cinco palmas, las más tiernas, agarrándolas con la mano izquierda por su parte superior mientras que con la derecha se cortaban con una pequeña hoz (falcó) o con unas tenazas especiales (estenalles d’arrabassar).
Las palmas se golpeaban luego para que perdieran su condición leñosa y ganaran ductibilidad y con quince o veinte palmas se formaba un manojo (manat). Juntando tres manojos se hacía una gavilla (feix).
La recolecta siempre la realizaban los hombres. Luego se extendían las palmas al sol, en un terreno orientado hacia Poniente para aprovechar más las horas del sol (estenedor) y cada tres o cuatro días se les iba dando la vuelta para conseguir un secado uniforme.
Así permanecían al sol por espacio de 18 a 23 días, con la finalidad de que se secaran y blanquearan, pero siempre procurando que las palmas estuvieran secas antes del 16 de agosto, festividad de Sant Roc.
Luego, se dejaban en un lugar fresco y aireado hasta que, después de “amarar-les” (remojarlas con agua de mar o agua con lejía) pasaban al “ensofrador”.
El “ensofrador” era una cámara de forma rectangular cerrada, con una abertura en la parte superior por donde se introducían las palmas y un agujero pequeño a ras del suelo en su parte frontal, por donde se metía azufre caliente durante 8 a 10 días, con el objeto de reducir y blanquear aún más las palmas y volverlas más suaves y flexibles para realizar el “embrinat”, labor que consistía, siguiendo la estructura de las hojas, en filamentarlas para obtener las afinadas cintas vegetales o “brins” para el posterior trenzado de la Llata. Este horno, situado generalmente junto a los corrales de las casas, se construía con piedra caliza o marés. En su interior solamente tenía una reja donde se depositaban las palmas y por debajo de ellas se iba colocando el azufre.
Si toda esta labor la realizaban los hombres, a partir de ahora la labor puramente artesanal es obra de las mujeres, especialmente las abuelas, que por regla general eran las encargadas de realizar los sombreros, soplillos (ventadors), alfombras, escobas, escobillas para blanquear, toda clase de cestos y útiles para las caballerías, como anteojeras, alforjas , bozales, etc.etc.
La Llatra tuvo un auge muy fuerte en Capdepera en el siglo XX con la creación de una cooperativa que exportaba sus productos fuera de Mallorca, pero con la llegada del turismo, la fabricación se orientó a la creación de utensilios para los visitantes.
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