BREVE RESEÑA
HISTÓRICA.
Sabemos que fueron los egipcios los primeros que descubrieron un
tipo de material para escribir que se extraía de la médula de los tallos de una
planta llamada papiro.
Posteriormente se inventó el pergamino, que se obtenía
preparando las dos caras de una tira de piel animal.
Entretanto, en China,
hacia el año 105 d.C. se descubrió el papel. Mil años después, cuando llegó
esta técnica a Europa, la novedad provocó que fluyera una gran demanda de
libros. A mediados del siglo XV, el inventor alemán Johann Gutenberg utilizó
tipos móviles por primera vez en Europa para imprimir la Biblia. Esta técnica
amplió las posibilidades de estudio y condujo a cambios radicales en la forma
de vivir de los pueblos. Contribuyó a la aparición de un mayor individualismo,
del racionalismo, de la investigación científica y de las literaturas nacionales.
En el siglo XVII surgieron en Europa unas hojas informativas denominadas
corantos, que en un principio contenían noticias comerciales y que fueron
evolucionando hasta convertirse en los primeros periódicos y revistas que
ponían la actualidad al alcance del gran público.
También hemos de recordar que en el siglo XVI ya el
papel era usado en documentos, correspondencia, cuadernos de estudio y de
notas, registros civiles, mercantiles y eclesiásticos, envolturas, volantes,
semanarios, partituras, dibujos, estampas, recibos, oraciones y muchísimas
cosas más. Por ello no nos sorprendemos cuando se nos dice que a finales del
siglo XVIII ya no había suficiente trapo (por aquél entonces el papel se
fabricaba con trapos) en el mundo para abastecer la demanda de la industria
papelera, y que los productores caían en colapsos económicos y mentales, por no
encontrar trapo ni cosa alguna que lo sustituyera.Un atribulado fabricante de Maine (Estados Unidos de América) llegó al extremo de provocar casi una epidemia de cólera en ese Estado porque se le ocurrió importar momias para utilizar sus vendajes en la producción de papel.
Pero la búsqueda de un sustituto para el trapo tomó un
impulso extraordinario a principios del siglo XIX. El científico francés René
Antoine Ferchault de Réaumur sugirió que la pulpa de la madera podría ser usada
en la fabricación de papel. Esa idea le había venido en mente al observar que
ciertas avispas construían sus colmenas en un “papel” que, a fin de cuentas, no
era otra cosa que madera sabiamente transformada. Mientras tanto, los viejos
procedimientos manuales de producción habían sido sustituidos gradualmente por
procedimientos semi-mecánicos: en Holanda se había inventado en el siglo XVII
una máquina (La Hollander) que cortaba y trituraba el trapo a gran velocidad y
en 1798 el francés Nicholas Louis Tobert había fabricado la primera máquina de
hacer papel (un crudo pero eficaz artefacto realizado casi totalmente en madera
con algunas partes de metal). En 1800 se dio a conocer el primer libro impreso –parcialmente-
en papel, hecho con pura pulpa de madera. Pero la madera –como pronto se dieron
cuenta los productores y los usuarios- tenía varios inconvenientes, pues por una
parte, sus fibras eran cortas, lo que
hacía más débil el papel y por otra, en
su constitución había una sustancia resinosa, difícil e eliminar, que coloreaba
el papel con un tinte amarillento que incluso podía pasarle su color a cualquier
otro papel con el cual hubiera estado en contacto. No obstante, a partir de
1867 la madera se impuso en la producción industrial de papel y ha seguido
siendo, hasta ahora, el gran sustituto del trapo. Lo dicho no significa que
todos los papeles se produjeran exclusivamente con madera; los había también
fabricados con distintas porciones de trapo y madera y existían manufactureros
que, indiferentes al proceso industrial, seguían elaborando sus papeles con pura
estraza y, a veces, por procedimientos
manuales muy parecidos a los que emplearon los chinos T’sai Lun o Mong-Tien.Las técnicas y aplicaciones de impresión se desarrollaron, por lo general, con gran rapidez en los años siguientes. Esto se debió sobre todo a la introducción de las máquinas de vapor en las imprentas a principios del siglo XIX y posteriormente a la invención de las máquinas tipográficas. La primera de esas máquinas, denominada linotipia, fue patentada en 1884 por el inventor germano-estadounidense Ottmar Mergenthaler. En las décadas siguientes fueron apareciendo una serie de técnicas de impresión a gran escala, cada vez más rápidas.
En nuestra isla todos estos procesos que hemos señalado
no pasaron desapercibidos: desde la fabricación artesanal de pariros y
pergaminos hasta la fabricación de papel.
Una fábrica de papel continuo como la que se reseña en
la escritura que vamos a mencionar, requiere una gran infraestructura para
ubicar todos los elementos precisos en la fabricación de papel, de la que
podemos destacar la caldera que servía para alimentar la máquina de vapor de la
industria con la correspondiente chimenea de obra de gran tamaño, además de las
dependencias precisas para secar el papel y otras para almacenar los demás
materiales. Esa fábrica se denominaba “Miguel Jaume y Compañía”. Era una sociedad en comandita, con domicilio en Palma (C/Olmos), cuyo objeto social era “la fabricación de papel continuo y todo los demás que pueda convenir”. Los socios fundadores fueron: Isabel de Mendívil y Borreguero, Pablo Bonvy y Schremberg, Juan Ignacio Estelrich y Ballester, Manuel Sancho y Cañellas y Miguel Jaume y Payeras. Su capital social era de 25.000 Duros y la escritura de constitución la autorizó el Notario de Palma D.Pedro José Bonet el 18 de febrero de 1863 (nº 46 de protocolo).
Además de esta fábrica, sabemos que existían en el siglo
XIX dos mas en Mallorca donde se fabricaba exclusivamente papel de estraza para
el uso casi exclusivo de la isla.
Una en el municipio de Esporles y otra de
menor importancia en el de Puigpunyent.
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