miércoles, 4 de mayo de 2011

MESSI. EL CRAC.-



Si indagamos un poquito para averiguar la historia de Messi, nos encontraremos con un bombardeo de información que nos habla desde su nacimiento, enfermedad, niñez, pubertad y fútbol, fútbol y fútbol. Mucho éxito en el fútbol.

Arañando un poquito de aquí y un poquito de allá, sabemos que nació en Rosario, Santa Fé, Argentina el 24 de junio de 1987.
A los 5 años comenzó a jugar a fútbol en el Club de su barrio, el “Grandoli”, en su ciudad natal. En ese club comenzó a mostrar sus habilidades con su pierna izquierda y a marcar la diferencia con los demás niños. Aquél “pibe” al que le costaba aprender a leer, se le daba de maravilla marcar 6 a 7 goles por partido con sus amigos. Nadie le podía parar. A los 7 años entró a formar parte de los equipos de fútbol base del Atlético “Newell’s Old Boys” donde continuó destacando desde el primer momento y en donde comenzó a forjar su leyenda como un futbolista excepcional.
Pero aquél niño no crecía como los demás de su edad. A los 11 años media 1,32 centímetros y pesaba 30 kilos. El “River Plate” que iba detrás de él lo quiso fichar y precisamente fue en la revisión médica de los servicios médicos del Club cuando le detectaron una enfermedad ósea retrasada que por lo visto afecta a uno de cada cinco mil niños. Su familia, preocupada por eso, lo llevó a varios especialistas que coincidieron en que necesitaba un tratamiento con hormonas de crecimiento, tratamiento que comenzó a iniciar durante dos años (sufragado por una ayuda que recibía su padre -un simple trabajador de la industria metalúrgica-) gracias a la obra social y a la Fundación “Acindar”. Pero la crisis que asoló a Argentina hizo que le fuera suspendida esa ayuda. Las dosis de “Lovotiraxina” resultaban demasiado caras para su familia que no podía costear el tratamiento. El “River Plate” no quiso hacerse cargo de los 900 dólares mensuales que costaba el tratamiento y fue entonces cuando su padre lo llevó a Europa, concretamente a Lérida donde residían unos primos de la familia –y habida cuenta que unos ojeadores del Barcelona se habían interesado también por su trayectoria- confiando que allí podrían ayudarle. El Barça le hizo una prueba a los 13 años y Carles Rexach al verlo, no dudo ni un momento en ficharlo para la Masía. El Club le iba a pagar el costoso tratamiento hormonal. En poco tiempo aquél niño, un niño bajito y flaco al que el balón le llegaba hasta las rodillas cuando lo conducía entre sus piernas, comenzó a crecer y a engordar poquito a poco.

Cuando fichó por el Barcelona, medía 1,48 y pesaba 39 kilos. En la Masía se fue forjando como persona y como futbolista y aunque tuvo algunas lesiones en su época de cadete que algunos imputaban a su tratamiento, logró debutar con el primer equipo en partido oficial contra el español de Barcelona en la temporada 2002-2003 a los 17 Años, si bien ya había debutado el año anterior en un partido amistoso contra el Oporto cuando tenía 16 años y 145 días, siendo precisamente el entrenador de ese equipo José Mourihno.
Ahora a los 23 años y con 1,69 de estatura, muchos entrenadores lo definen como un jugador de “Play Station” (aquel muñequito que con el balón en los pies manejado por los hábiles dedos de los usuarios, es capaz de sortear todos los obstáculos que se le presentan en el terreno de juego y culminar en gol la jugada).

A partir de ahí, ya no vamos a entrar en la trayectoria de Leo como futbolista. Todos los aficionados al fútbol la conocemos. Tampoco vamos a entrar en comentar algunas informaciones que circulan por Internet sobre su enfermedad. No merece la pena indagar sobre esto, pese a que la enfermedad del (SXF) “Síndrome del cromosoma X frágil” se debe a un trastorno genético de transmisión familiar ligado al cromosoma X, que puede causar problemas de aprendizaje y disminución en la capacidad intelectual. Las siglas “SXF”, son las que en ocasiones Messi lleva escritas en su segunda camiseta y que enseña en ocasiones homenajeando a quienes la padecen.

En las escuelas de entrenadores te enseñan que los futbolistas nacen, no se hacen. A base de entrenamientos se pueden mejorar las condiciones técnicas, físicas, mentales, etc. del jugador. Pero si no se ha nacido para ser “futbolista”, no hay nada que hacer. En el caso de Messi, es muy curioso observar como se han dado una serie de factores que le han llevado a ser el mejor jugador de fútbol del mundo, que es muy difícil se vuelvan a producir en cualquier otro jugador. Evidentemente lo primordial, haber nacido para ello, está ahí, no cabe la menor duda. Pero después, el chaval se ha visto envuelto en una vorágine con su enfermedad que ha terminado convirtiéndole en una máquina de jugar al fútbol.
 Por esto decimos que el caso de Leo no puede volver a repetirse. Hay muchos niños en edades de 8-9 años que destacan por su habilidad, rapidez y destreza en el fútbol. Pero lo normal es que esos niños a medida que vayan creciendo y entren en el periodo de la pubertad, sus cuerpos vayan perdiendo esa fuerza, esa velocidad innata que de pequeñitos tenían, hasta que posteriormente y ya en edad juvenil puedan entrenarse esos factores. De los 11 a los 16 años no se puede desarrollar una preparación física expresa, porque el organismo de los niños está sufriendo una metamorfosis, un cambio brutal por el crecimiento. En el caso de Messi, eso no ha sido así. Su deficiencia hormonal que le impedía crecer, ha sido tratada por los especialistas de una forma que lo han convertido en una máquina. Una máquina de jugar al fútbol.

Sus piernas, extremadamente cortas, han sido entrenadas para adquirir una fuerza que las hacen ser excepcionales para la práctica del fútbol. Su tren inferior, muy por debajo de lo normal, hace posible que con el tratamiento recibido y el entrenamiento específico a que ha sido sometido, se pueda desplazar con esos toquecitos suaves y sucesivos que nos tiene acostumbrados con el balón pegado en sus pies de un lado para otro, imprimiendo cambios de dirección imposibles de seguir por cualquier jugador normal. El dominar la técnica con el balón, unido a esa condición física capaz de dar dos o tres pasos en el espacio creado por una simple zancada del adversario, le hace ser único. No hay nadie como él y es muy difícil que pueda haberlo (hay jugadores que tienen un tren inferior bajo y potente de forma natural, como por ejemplo Maradona, el Kuhn, etc. ) pero no es el caso de Messi. En la Masía, han sabido convertir a un jugador que tenía un defecto físico en una máquina de jugar al fútbol. La enorme facilidad que tiene en colocar el balón en carrera en los lugares más inverosímiles -lo que para cualquier jugador es imposible de realizar-, él puede hacerlo muy fácilmente con la fuerza que han sabido imprimir a sus 60 centímetros de piernas. Le han ayudado a ser esto, el mejor, el imprevisto, el espectáculo.
Hasta ahora habíamos visto surgir deportistas portentosos que, por su condición física, destacaban en distintos deportes. En atletismo es donde se puede apreciar mejor esto donde cada deportista está incurso en pruebas afines a su constitución física natural. También en baloncesto se aprovecha mucho la altura de los jugadores. Pero nunca habíamos visto un caso tan curioso y especial como el de Messi. Y menos en fútbol.


En definitiva y para terminar, vamos a disfrutar de ver jugar a Messi porque estamos seguros que no podrá volver a salir otro fenómeno como él.



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