Sin saber que leer o releer,
mira por donde cayó en mis manos el libro “Gracias
y desgracias del ojo del culo” de Francisco Quevedo, que me hizo reflexionar y entender que tal
sutil agujero, como es el ojo del culo, es más importante de lo que uno
pensaba. Vaya si lo es. Y escribir sobre
el tema como lo hace Don Francisco, resulta que no es nada pueril, sino más
bien sano, normal y completamente acertado.
Habla nuestro personaje del
culo como si del Universo o incluso de los dioses se tratara “…es el más favorecido de la naturaleza, pues
su forma es circular, y dividido en un diámetro o zodíaco como ella. Su sitio
es en medio como el del sol; su tacto es blando: tiene un solo ojo, por lo cual
algunos le han querido llamar tuerto, y si bien miramos, por esto debe ser
alabado, pues se parece a los cíclopes, que tenían un solo ojo y descendían de
los dioses del ver”.
Compara Quevedo el ojo del
culo con los ojos de la cara llegando a la conclusión que nada, pero nada, se
puede semejar a la perfección del ojo del culo. “Si no, miren los de la cara, sin una labor, tan llanos que no tienen
primor alguno, como el ojo del culo, de pliegues lleno y del molduras, repulgo
y dobladillos, y con una ceja que puede ser cola de algún matalote, o barba de
letrado o médico.”
La verdad… no habíamos
caído. Y continúa Don Francisco ensalzando a tan insigne agujero. “Y así, como cosa tan necesaria, preciosa y
hermosa, lo traemos tan guardado y en lo más seguro del cuerpo, pringado entre
dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos
dominguillos, envainado en unos greguescos, abahado en una capa…”
Pero no tan sólo lo ensalza,
sino que te invita a reflexionar que el ojo del culo es lo más importante que
tiene el cuerpo humano... “Lléguense al
reverendo ojo del culo, que se deja tratar y manosear tan familiarmente de toda
basura y elemento ni más ni menos; demás de que hablaremos que es más necesario
el ojo del culo solo que los de la cara; por cuanto uno sin ojos en ella puede vivir, pero sin ojo del culo ni pasar
ni vivir.” Pues la verdad, tiene
razón.
Caray
con el ojo del culo.
Razón tiene también
cuando compara la señorial limpieza del ojo del culo con la de los demás
sentidos corporales. “ Y, volviendo a los
demás sentidos, digo que lo que se queda en el pañuelo de la boca es gargajo, y
lo de las narices moco, y lo de los ojos legañas, y lo de los oídos cera; pero
lo queda del culo en la camisa es palomino, nombre de ave muy regalada. Fuera
de que los ojos no tienen cosa señalada con que limpiarse; que a veces piden el
pañuelo prestado a las narices y a la boca, y otras se limpian con las manos, y
al mismo tenor los otros sentidos. Mas volviendo al culo, ¡qué de firmas de
grandes señores ha iluminado! ¡Qué papeles de los más íntimos amigos no ha
visto! ¡Qué de libros de los hombres más doctos ha gastado! ¡Qué de billetes de
damas ha firmado! ¡Qué de procesos importantes ha manchado! y, ¡qué de camisas
de Cambray y Holanda ha teñido! Y al fin le han servido de limpiadera las
mejores y más hermosas manos del mundo...”
Es que no hay ni punto de comparación.
Después
de habernos quedado embaucados con tan hermosa explicación, vamos a terminar
(no dudando que los lectores ya se habrán dado cuenta de la importancia de lo hasta aquí
escrito) con un poema popular anónimo que viene…también a cuento.
POEMA DE LA CACA (Anónimo).
De
los placeres sin pecar,
el
más dulce es cagar.
Con
un periódico extendido
y un
cigarrillo encendido,
queda
el culo complacido
y la
mierda en su lugar.
Cagar es un placer,
y de
cagar nadie se escapa;
caga el pobre,
caga el rico,
caga
el Rey y caga el Papa.
Viene el perro y lo huele,
viene el gato y lo tapa.
Total, en este mundo de mierda
de cagar nadie se escapa.
Qué triste es amar sin ser amado,
pero más triste es cagar sin haber almorzado.
Aprieta las piernas duro,
que cuando el trozo es seguro,
aunque esté bien fruncido el culo
será por lo menos…”pedo” seguro.
No hay placer más exquisito,
de cagar bien despacito.
Los escritores del baño son poetas de
ocasión,
que buscan entre la mierda su fuente de
inspiración.
El tipo que aquí se sienta
y de escribir versos se acuerda,
no me vengan a decir
que no son poetas de mierda.
Vosotros que os creéis sagaces
y de todo os reís,
decidme si sois capaces
de cagar y no hacer pis.
Caga tranquilo,
caga sin pena,
pero no se te olvide nunca
tirar de la cadena.
En este lugar sagrado
donde acude tanta gente,
hace fuerza el más cobarde
y se caga el más valiente.
Para cuando van al baño
caguen
tranquilos,
caguen contentos;
pero por favor
¡caguen dentro!.
Y mirad antes de sentarse
en este maldito hoyo,
no fuera que algún idiota
se terminase todo el rollo.
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