Dice Antonio Salas en su libro “Requiem por el siglo XX. 100 años en la isla
de la calma”, que a la mayoría de los jóvenes y algunos ya entrados en
años, les gustaba deambular por los años 20 por la Plaza del Olivar y calles
adyacentes, donde estaban ubicadas varias “casas de dones”, entre el 2 y el 5,
el 8 y el 22.
Y es que entre la Plaza Olivar, la Plaza de San Antonio y la
calle de La Herrería formaban el barrio chino, que ha permanecido allí hasta
hace bien poco.
Casas lúgubres de escaleras estrechas y no precisamente
limpias, cobijaban a las prostitutas poco agraciadas o mayores que esperaban a
sus clientes de pie o sentadas en una silla justo a la puerta de estas casas.
No obstante, a parte del barrio chino,
había una serie de prostíbulos palmesanos muy conocidos:
Ca N’Elena, en la cuesta del Teatro
Principal
Los números 2 y 22 de la calle Bobians
Ca na Fideu en la Calle Velázquez
Ca Na Llobera en la calle Honderos
Ca na Fineta en la calle Bonaire
Ca na Carlota en la calle Tierra Santa
Ca Na Pollensina en la calle Santany
Ca Na Carrerona…
Según Guiem LLuent, el “precio justo” de
los servicios de las prostitutas palmesanas oscilaba sobre las tres pesetas,
aunque se podían contratar algunas como “La Josefa la ibicenca” que lo ofrecía
por seis reales.
Sin embargo, debía haber de todo porque en una casa de citas de la
carretera de Sóller, se pagaban hasta tres duros, que era una barbaridad.
Así como el barrio chino era lo más bajo
de la prostitución, había calles en Palma como la calle Colon donde se paseaban
las rameras de buen ver cuando no estaban en los prostíbulos.
Esas putas de lujo cobraban entre cuatro y cinco duros ¡un escándalo!.
Solamente con pedirles su nombre te contestaban primero diciéndote el precio y si
veían a un posible cliente, luego entablaban conversación con él.
Aunque si comprobamos aquellos precios
con lo que ahora pagan determinados políticos según ha publicado la prensa,
aquello era moco de pavo.
Y es que, siempre ha habido putas y putas hasta el
punto que algún descerebrado ha perdido la cabeza por alguna de ellas. Aunque
si acudes a un prostíbulo de lujo a sabiendas que todo “servicio” está pagado
por alguien que te debe favores, la “orgía” ha de ser la repanocha ¿o no?, aunque después lo tengas que negar pese a que tus ojeras te delaten...
De aquellos tiempos eran conocidas:
Na Dolores sa kilométrica
Na Llobera
Sa Campanetera
Na Saturtina des socors
Sa Niqueladora
Na Jolieneta s’Artanenca
Na “Reyes”
Na Confit
Na Pepita des 22
Na Troques
Na Teresot
Na Bet Serral
Na Carme Sa Mora
N’Elena
Na Xim asa botifarra
Na Portell
N’Entonia sa Sollerica
Na Paquita sa Sevillana
Na Maria “Sa Monja”
Na Pereta des ous
Sa Cubana
Na Fineta
Madó Victoria
Na Carrarona
Sa de Turno
Na Romanones
Na Bàrbara
N’Antoñita
Un profesión que ha existido siempre,
existe y existirá.